Tratamientos

Mi trayectoria vital y mi experiencia profesional, suman a la hora de ver y encontrar salidas para ti y/o tus dificultades, juntos como tu psicóloga en A Coruña podremos alcanzar el bienestar que tanto deseas.

Violencia familiar o doméstica

Abarca todo tipo de violencia sin diferencia de sexo, que ponga en peligro la seguridad o el bienestar de cualquier miembro de la familia o el entorno. Incluye violencia entre géneros, hijas/os a padres y madres, maltrato infantil, abusos… u otro tipo de agresión contra cualquier persona que conviva bajo el mismo techo.

Esta violencia dentro de la familia, ya no es una cuestión solo del ámbito intrafamiliar. Poco a poco va creciendo una conciencia social y comunitaria, de la necesidad de denunciar, de hablar de ello, de que se debe y se puede salir de esa problemática. Así se favorece la visualización del problema, el poder prevenirlo, erradicarlo y  lo más importante, que las víctimas sean capaces de irse de ese entorno, que puedan recuperar sus vidas o iniciar una nueva en mejores condiciones de tranquilidad y seguridad, de salud.

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Violencia de Género

Violencia de Género en términos generales es toda violencia, discriminación y desigualdad hacia las mujeres por el hecho de serlo, llevada a cabo por sus parejas, exparejas o relaciones similares de afectividad incluso sin convivencia. Y en términos más limitados y concretos en las relaciones sexual-afectivas de la pareja.

Niñas, adolescentes, mujeres y ancianas sufren malos tratos tanto físicos, sexuales como psicológicos (chantaje emocional, amenazas, humillaciones, descalificaciones, acoso, control económico, de correo, de móvil, de entradas y salidas en casa o de visitas a familiares y amigas/os,…). Se da, se puede dar en todo tipo de esferas, sin diferencia en relación a su nivel económico, cultural, grupo étnico o clase social.

Actualmente ya no es considerado como un problema privado, individual o de la pareja en conflicto. Se percibe como un grave problema político, social y cultural. Se está creando, más lentamente de lo deseado, una conciencia de la necesidad de denunciar, no solo por la víctima sino también por cualquier persona que lo presencie. Lo cual favorece la visualización del drama, el poder estudiarlo, evaluarlo, buscar soluciones y prevenirlo. Pero sobre todo, ayuda a que las mujeres puedan encontrar apoyos y salidas hacia un lugar seguro. Para que puedan rehacerse como personas y llevar el mando de sus vidas.

Duelos o Pérdidas

El duelo es un proceso normal, natural y sano de afrontar la muerte o pérdida personal (divorcio, salud, trabajo, amistad, casa…). El dolor y el malestar que se padece tanto en lo psicológico (angustia, desconcierto, miedo, tristeza, aturdimiento…) como en lo fisiológico (cambios en el apetito y/o sueño, fatiga, tensión muscular, dolores de cabeza, de estómago, náuseas, palpitaciones, entre otras) no significa que estemos enfermos.

Sin embargo, es necesario hacer el duelo para curarse y es inevitable que sea doloroso, si lo perdido era una persona querida para nosotras/os o algo importante en nuestra vida.

Cuando se está pasando por esta dura y difícil experiencia, parece (creemos) que nunca se volverá a sentir ganas de vivir o de disfrutar de algo en la vida, pero un día, lo malo también termina. Poco a poco irá bajando la intensidad del malestar y los momentos críticos se irán distanciando. En cada persona el desarrollo y la evolución cursará de modo diferente, como seres únicos e irrepetibles que somos.  Es cierto que el sentido común nos dice que a mayor intensidad de la relación con lo perdido, el dolor a superar será también mayor o durará más. Nuestra experiencia nos ofrece datos diferentes, no siempre o no  todo el mundo responde de ese modo. Tengamos también presente que no somos desleales con quienes ya no están, si nos recuperamos llegado un momento. Volver a disfrutar no es nada malo, ni tampoco volver a querer. La persona fallecida ocupa un lugar en nuestro corazón, no pasará al olvido por ello.

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La elaboración del duelo depende de muchos factores: de la edad de la persona que lo padece, de la situación de salud general, de los apoyos sociales, familiares y económicos de se que pueda disponer; también depende de cómo aconteció la pérdida, si fue esperada o repentina, de la relación que tuviésemos con esa persona, de su edad.

Si a una pérdida se suma otra o más, en cortos periodos de tiempo, puede volverse un proceso más complejo, traumático o largo en el tiempo, pero tampoco es siempre así.

Bien es cierto que por las circunstancias ya nombradas, como por el gran esfuerzo psicológico y el   gran  consumo de energía, puede suceder que seamos más propensas/os a enfermar. Si la situación no mejora, si nos sentimos bloqueadas/os o desbordadas/os, si la apatía y la desgana se apoderan de ti, es ahí donde debes valorar el pedir ayuda profesional.